viernes, 14 de febrero de 2014

QUÉ ES UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD PARA TODOS





El derecho a la educación como un derecho básico humano se estableció en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), y ha sido reafirmado en la Convención sobre los Derechos del Niño, la cual ha sido ratificada casi universalmente. Sin embargo, todavía existen en el mundo millones de personas para las cuales no se ha hecho efectivo este derecho. Por este motivo, tuvo lugar la Conferencia Mundial de Educación para Todos (Jomtien 1990) (UNESCO 1990), en la que por primera vez los dirigentes mundiales comienzan a enfrentar el desafío de la lucha contra la exclusión. En esa oportunidad se establecieron varios objetivos orientados a universalizar la educación primaria, aumentar el acceso a la educación de la primera infancia, reducir el analfabetismo y mejorar la calidad. 

Una de las recomendaciones básicas de esta Conferencia fue la de fomentar la equidad, tomando medidas sistemáticas para reducir las desigualdades y suprimir las discriminaciones referidas a las posibilidades de aprendizaje de los grupos en situación de desventaja.

Lograr una educación de mayor calidad no es sólo un acuerdo internacional sino que es una de las principales aspiraciones de los países, sin embargo, primero suele enfrentarse el objetivo del acceso universal a la educación y luego se piensa en la calidad de la misma, cuando son dos aspectos estrechamente relacionados. Una educación de calidad marca la diferencia en los resultados de aprendizaje de los alumnos y en los niveles de asistencia y finalización de estudios, por lo que finalmente la calidad de la educación influye en su expansión.

El concepto de calidad no es unívoco sino que, por el contrario, existen diferentes visiones y enfoques, dependiendo de distintos factores tales como las funciones que se asignen a la educación en un momento y contexto determinado, las concepciones sobre el aprendizaje y la enseñanza, o las exigencias de la sociedad, por nombrar algunos de ellos. No obstante, cada
vez existe mayor acuerdo respecto a que los resultados que logran los alumnos en determinadas áreas de aprendizaje, especialmente lenguaje y matemáticas, no es un elemento suficiente para definir la calidad de la educación, aunque sea lo que suele medirse en la mayoría de los países.

En el último informe de monitoreo de Educación para Todos, cuyo foco ha sido precisamente la calidad, se señalan tres aspectos en los que actualmente existe mayor consenso: la necesidad de respetar los derechos de las personas, la necesidad de una mayor equidad en el acceso, procesos y resultados, y la necesidad de una mayor pertinencia (UNESCO, 2005). 

A estos aspectos habría que añadir, también, el de la relevancia.

1. Pertinencia y relevancia de la educación

Una primera cuestión para valorar si una educación es de calidad es si ésta es coherente y cumple con los fines y funciones que se le asignan, los cuales varían con el tiempo y de un contexto a otro. Actualmente pareciera existir cierto consenso respecto a que una de las finalidades más importantes de la educación es promover el desarrollo integralde las personas para que puedan ser miembros activos en la sociedad y ejercer la ciudadanía. La educación no sólo es un elemento clave para el desarrollo de las personas sino también para el de las sociedades, por ello se considera como uno de los elementos clave en el Índice de desarrollo humano.

El desarrollo humano, tanto a nivel individual como social, involucra dos procesos simultáneos que han de promoverse a través de la educación: la socialización y la individuación.

La socialización implica que las nuevas generaciones se apropien de los contenidos de la cultura y adquieran las competencias necesarias para ser miembros activos en dicha cultura. 

La inclusión y participación en la sociedad y el pleno ejercicio de la ciudadanía dependen en la actualidad de una serie de conocimientos y habilidades que no están igualmente distribuidos en la sociedad.

La individuación es la construcción de cada persona como sujeto en el contexto de la sociedad en la que está inmerso, lo que significa promover la autonomía, la creatividad y la libre elección; en definitiva, la realización personal y la construcción de un proyecto de vida. La educación tiene como finalidad promover crecientes niveles de autonomía y de autogobierno.

Aprender a vivir juntos y Aprender a emprender. El aprendizaje de estos pilares ha de comenzar desde el nacimiento y continuar a lo largo de la vida.

Pero, además, una educación es de calidad si es pertinente y significativa para las personas de distintos estratos sociales y culturas, y con diferentes talentos, de forma que puedan construirse como sujetos en la sociedad y desarrollar su propia identidad. Las personas tienen múltiples inteligencias y distintos modos de aproximarse a la realidad, por lo que la
educación ha de ofrecer diferentes opciones que permitan el desarrollo de distintas capacidades e intereses.

El tipo de normas y valores que existen en la escuela es uno de los factores que más influyen en la atención de la diversidad y en la construcción de la identidad personal y cultural. Los objetivos, las normas y experiencias que se brindan en la escuela, pueden no ser significativos y adecuados para muchos alumnos, e incluso ser contradictorios con sus experiencias previas.

Esta situación incrementa la distancia entre los intereses de los alumnos y de la escuela, lo que repercute en sus progresos educativos. Los alumnos que provienen de contextos de menores recursos, que pertenecen a o otras culturas, o que tienen dificultades de aprendizaje y de participación no se sienten capaces de enfrentar con éxito las tareas escolares, lo que conlleva una falta de motivación y de esfuerzo que repercute en sus logros educativos.

2. Calidad de educación para todos: un asunto de derechos humanos

La Educación es un bien específicamente humano que surge de la necesidad de desarrollarse como tal, por ello todas las personas, sin excepción, tienen derecho a ella. Es decir, la educación permite la humanización. Tal como lo expresa Mantovani (1957), el hombre es la única criatura capaz de ser educada. El hombre puede ser hombre sólo mediante la educación.

El derecho a la educación no significa sólo acceder a ella sino también que ésta sea de calidad y logre que los alumnos aprendan lo máximo posible; el derecho a la educación es también el derecho a aprender y a desarrollar los múltiples talentos y capacidades de cada persona.

La enorme importancia del derecho a la educación radica en que, gracias a ella, es posible hacer efectivos otros derechos individuales y políticos y, en consecuencia, ejercer plenamente la ciudadanía, lo cual es el fundamento de una sociedad más justa y democrática. Para que ello sea posible es necesario “educar en y para los derechos humanos”.

La educación para los derechos humanos forma parte del derecho a la educación y es un componente esencial de una educación de calidad. Educar en derechos humanos implica el aprendizaje no sólo de conocimientos y habilidades sino sobre todo de valores, actitudes y comportamientos. En este sentido, la educación en derechos humanos ha de estar presente en cualquier contexto y proceso educativo e involucra al conjunto del sistema educativo.
Así como la educación hace posible el ejercicio de otros derechos, es importante asegurar otros derechos para hacer plenamente efectivo el derecho a la educación, como son el derecho a la participación y a la no discriminación y a la propia identidad.

El derecho a la participación y a la no discriminación significa que ninguna persona debería sufrir ningún tipo de discriminación para participar en las diferentes actividades de la vida humana. En el ámbito educativo quiere decir que todos los niños y todas las niñas deberían educarse juntos en la escuela de su comunidad, independientemente de cual sea su origen social y cultural y sus características personales. Desde esta perspectiva, la escolarización en escuelas, grupos especiales o programas especiales, con carácter permanente, debería ser una excepción, y habría que asegurar que la enseñanza que se ofrezca equivalga al currículo común tanto como sea posible.

Lograr la individuación del sujeto, que es una de las finalidades de la educación, requiere asegurar el derecho a la propia identidad. Este supone un conjunto de atributos, de cualidades, tanto de carácter biológico como los referidos a la personalidad, que permiten precisamente la individuación de un sujeto en la sociedad. Atributos que facilitan decir que cada uno es el que es y no otro.

Se trata, en definitiva, que tanto la persona como la sociedad asuman la singularidad de cada ser humano y se valoren positivamente las diferencias, ya que éstas enriquecen a las personas y a la sociedad en su conjunto. La valoración negativa de las diferencias conlleva a la exclusión y la discriminación.

3. Calidad y equidad de la educación: dos caras de la misma moneda. Lograr una educación de calidad para todos, que promueva el máximo desarrollo, aprendizaje y participación de cada niño y niña, sólo será posible si se asegura el principio de igualdad de oportunidades; es decir, proporcionar a cada quien lo que necesita en función de sus características
y necesidades individuales.

La equidad significa asegurar la igualdad de oportunidades no sólo en el acceso a la educación, sino también en los años de estudios, en la calidad de la oferta y de los procesos educativos, en los aprendizajes que alcanzan los alumnos, y en el acceso a las tecnologías de la información y comunicación, con el fin de cerrar la brecha digital.

Si bien la educación por si sola no puede compensar las desigualdades sociales –es necesario también desarrollar políticas económicas y sociales– constituye una herramienta fundamental para acceder a empleos más productivos y para lograr la movilidad social. Hoy en día la escuela no es ni mucho menos el único espacio para acceder al conocimiento, pero todavía es la única instancia que asegura una distribución equitativa del mismo.

América Latina se caracteriza por ser la región más desigual del mundo. Las sociedades son altamente desintegradas y fragmentadas debido a la persistencia de la pobreza y la gran desigualdad en la distribución de los ingresos, lo cual genera altos índices de exclusión. 

Todos los países vienen realizando importantes esfuerzos por lograr el acceso universal a la educación básica y mejorar su calidad y equidad, sin embargo, aún persisten importantes
desigualdades educativas en función del origen socioeconómico y de la procedencia cultural, entre la zona rural y urbana y entre escuelas públicas y privadas, lo cual significa que la educación no está siendo capaz, en muchos casos, de romper el círculo vicioso de la pobreza ni de ser un instrumento de movilidad social.

El mayor acceso a la educación ha significado que una mayor diversidad de alumnos acceda a ella, sin embargo, los sistemas educativos siguen ofreciendo respuestas homogéneas que no satisfacen las distintas necesidades y situaciones del alumnado, lo que se refleja en altos índices de repetición y deserción y los bajos niveles de aprendizaje que afectan, en mayor medida, a las poblaciones que están en situación de vulnerabilidad.

Para hacer frente a los altos niveles de exclusión y de discriminación existentes en la mayoría de los países, en los últimos años ha surgido con fuerza el movimiento de inclusión o educación inclusiva. En muchos casos, se está asimilando dicho movimiento al de integración de alumnos con necesidades educativas especiales, cuando se trata de dos enfoques de naturaleza distinta.

El foco de la inclusión es más amplio que el de la integración puesto que su preocupación es hacer efectivo el derecho de todos a una educación de calidad, ya que existen muchos niños y niñas en el mundo, además de aquellos con discapacidad, que no tienen acceso a la educación, o bien reciben una de menor calidad. La educación inclusiva es, antes que nada,
un asunto de derechos humanos y un medio para lograr una mayorequidad, constituyendo un impulso fundamental para avanzar en la agenda de Educación para Todos.

El foco de atención de la educación inclusiva es la transformación de los sistemas educativos y de las escuelas comunes para dar respuesta a la diversidad del alumnado. A diferencia de la integración, donde el énfasis es la atención de las necesidades específicas de los niños integrados manteniendo inalterables los sistemas educativos, la principal preocupación de la educación inclusiva es transformar las culturas, las prácticas educativas y la organización de las escuelas para atender la diversidad de necesidades educativas del alumnado que son la consecuencia de su procedencia social y cultural y de sus características personales en cuánto a motivaciones, capacidades e intereses. La atención a las necesidades educativas especiales se enmarca en el contexto de la atención a la diversidad de todo el alumnado; ya que todos los niños y todas las niñas, y no sólo quienes presentan alguna discapacidad, tienen diferentes capacidades y necesidades educativas.

La educación inclusiva implica una visión diferente de la educación común basada en la heterogeneidad y no en la homogeneidad, considerando que cada alumno tiene sus propias capacidades, intereses, motivaciones y una experiencia personal única, es decir, las diferencias son inherentes a los seres humanos y, por lo tanto, están dentro de lo normal.

Desde esta concepción, el énfasis está en desarrollar una educación que valore y respete las diferencias, viéndolas como una oportunidad para optimizar el desarrollo personal y social y para enriquecer los procesos de enseñanza y aprendizaje.

La atención a la diversidad es una responsabilidad de la educación común y del sistema educativo en su conjunto, por lo que no debe entenderse como una alternativa a la educación actual de los alumnos con necesidades educativas especiales sino como una política de atención a la diversidad, en la que estos alumnos son un elemento importante. En el Informe de la Comisión Delors de UNESCO (cit. en UNESCO, 1997) se invita a adoptar “el respeto por la diversidad” como principio fundamental para “combatir todas las formas de exclusión” en la educación, a fin de devolverle a la educación su “rol central como crisol” que contribuye a la armonía social.

Finalmente, la educación inclusiva es un enfoque diferente para identificar y resolver las dificultades que surgen en las escuelas (Booth y Ainscow, 2004), ya que el problema no es el alumno sino el sistema educativo y la escuela.

Desde esta concepción, la preocupación principal es identificar y superar las barreras que enfrentan muchos alumnos y muchas alumnas para acceder a la educación, participar plenamente en las actividades educativas y tener éxito en su aprendizaje. Estas barreras se encuentran en las personas, las políticas, las culturas y las prácticas educativas. Hay que tener la convicción de que todos los niños y todas las niñas, sin excepción, pueden aprender y desarrollar las competencias básicas necesarias si tienen oportunidades educativas de calidad y se crean las condiciones para que puedan aprovechar dichas oportunidades.

En la Declaración de la Conferencia Mundial de Salamanca sobre Necesidades Educativas Especiales (UNESCO, 1994), se expresó que las escuelas deben acoger a todos los niños de la comunidad independientemente de sus condiciones personales, culturales o sociales; niños discapacitados y bien dotados, niños de la calle, de minorías étnicas, lingüísticas o culturales,
de zonas desfavorecidas o marginales, lo cual plantea un reto importante a los sistemas educativos. Asimismo, se sugiere que las escuelas inclusivas constituyen el medio más eficaz para combatir actitudes discriminatorias, construir una sociedad inclusiva y proporcionar una educación de calidad para todos, mejorando así la eficiencia de los sistemas educativos.

En conclusión, cuánto más inclusivas sean las escuelas comunes en su origen, menos alumnos quedarán fuera de ellas y, por tanto, no será necesario integrarlos a posterior

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